La Encarnación y la Crianza Pactual

Día del Señor 14:
Catecismo Hispano 2025 – Para el Reino de Cristo

En este Día del Señor, meditamos en uno de los misterios más gloriosos de nuestra fe: la encarnación del Hijo de Dios. No se trata de una doctrina lejana, sino de una verdad que transforma cómo criamos a nuestros hijos y cómo vivimos como familia bajo el Señorío de Cristo.

El Hijo eterno de Dios no vino en apariencia ni como un espíritu entre los hombres. Fue concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María, tomando una naturaleza humana verdadera, igual a la nuestra en todo, menos en el pecado (Heb. 2:17). Esto nos enseña que Dios no despreció la carne ni el cuerpo humano, sino que lo santificó al asumirlo. Por tanto, el hogar cristiano no es un simple espacio funcional, sino el taller donde se forma la humanidad redimida, conforme al modelo del verdadero Hombre: Jesucristo.

Padres, enseñen a sus hijos a ver la humanidad de Cristo como la verdad que Dios tiene para nosotros. Él es nuestro Mediador (1 Tim. 2:5), y Su nacimiento santo es la cobertura perfecta para nuestra culpa heredada. Nuestros hijos nacen en pecado, sí, pero no están sin esperanza. En Cristo tienen un Redentor que no solo perdona, sino que también santifica. El hogar, entonces, es el campo donde esa santificación se cultiva: en la instrucción fiel, el amor sacrificial, la corrección sabia y la constante oración.

La encarnación también nos recuerda que la redención no es evasión del mundo, sino transformación del mismo. Cristo entró en nuestra carne para redimir la historia, las familias, las culturas. Por eso, al formar a nuestros hijos en la fe, no estamos simplemente preparándolos para la salvación individual, sino para su vocación como embajadores del Reino encarnado en medio de este mundo.

Confiemos, entonces, en el poder del Espíritu que engendró a Cristo en María, pues es el mismo Espíritu que hoy forma a Cristo en nuestros hijos, por medio de Su Palabra y Su gracia. Que cada enseñanza, cada corrección, y cada acto de amor en su crianza sea una afirmación viva del Verbo hecho carne, quien “habita entre nosotros” (Jn. 1:14), y quien transformará nuestras casas en hogares santos para la gloria del Padre.

“Cristo Jesús… fue hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30). Amén.