Día del Señor 9:
Catecismo Hispano 2025 – Para el Reino de Cristo
En la crianza de nuestros hijos bajo el pacto de gracia, uno de los pilares más seguros que debemos edificar en sus corazones es esta verdad gloriosa: “Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”. Esta no es una frase abstracta ni poética: es la confesión vital de que el mundo no es un accidente, y nuestras vidas no están a la deriva, sino que todo está bajo el gobierno amoroso y soberano del Padre eterno el cual nos ha hecho aceptos en el Amado (Efe. 1:6).
El Catecismo nos recuerda que el Dios que hizo los cielos por el aliento de Su boca (Sal. 33:6) es también nuestro Padre por causa de Cristo. Esta doble afirmación —de poder soberano y de amor paternal— debe moldear profundamente nuestra piedad doméstica. No estamos solos; no dependemos del azar ni del mercado ni del Estado. El mismo que sostiene las estrellas cuida también del pan de cada día para nuestros hijos. Este conocimiento da reposo al alma ansiosa y dirección clara a la crianza cristiana.
En momentos de incertidumbre, enfermedades, necesidades económicas o temores por el futuro de nuestros hijos, recordamos: “vuestros cabellos están todos contados” (Mt. 10:30). No hay detalle pequeño para nuestro Padre. Nada ocurre fuera de Su consejo eterno, y todo —incluso lo que no entendemos— es conducido por Su mano hacia nuestro bien (Rom. 8:28).
Por tanto, al enseñar esta verdad en el hogar, padres e hijos deben vivir confiando en el carácter de Dios en Cristo: Él puede hacerlo, porque es todopoderoso; y quiere hacerlo, porque es Padre fiel. Esta fe es doctrina solída; como también es refugio diario, es consuelo en la noche, es esperanza en el camino.
Formemos así una generación que no teme al mañana porque conoce a su Creador y Soberano que es también su Padre.
Oremos:
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, enséñanos a confiar plenamente en tu providencia, y a criar a nuestros hijos en la certeza de tu poder y tu fidelidad. Que cada hogar pactual viva en obediencia tranquila, sabiendo que Tú cuidas de tu pueblo por amor a tu Hijo. En su nombre oramos. Amén.