Cristo, el Ungido y Señor soberano

Día del Señor 12:
Catecismo Hispano 2025 – Para el Reino de Cristo

En este Día del Señor 12, se nos recuerda que Jesucristo no es solo nuestro Salvador, sino nuestro Ungido, nuestro Señor soberano, y nuestro ejemplo viviente de lo que significa ser verdaderamente humano bajo Dios. Criar hijos en una familia pactual significa enseñarles, desde su más tierna edad, no solo a conocer de Cristo, sino a vivir como cristianos, es decir, como pequeños “ungidos” unidos a Él por gracia mediante la fe.

Cristo fue ungido para ser Profeta, Sacerdote y Rey. Y cada hijo del pacto es llamado a participar de Su unción, no de forma simbólica solamente, sino con fruto real en su vida cotidiana:

  1. Como profetas, nuestros hijos deben ser formados para confesar a Cristo sin vergüenza. Padres, desde la mesa del hogar, en los devocionales familiares, en el trato diario, enseñen a sus hijos a hablar con verdad, a defender la Palabra de Dios y a vivir conforme a ella, aun cuando eso los aparte del mundo.

  2. Como sacerdotes, deben aprender a ofrecer su vida como un sacrificio vivo. Esto no es misticismo, sino disciplina: enseñarles a orar, a servir con gozo, a dar gracias en todo, y a entregar sus talentos y deberes al Señor con gratitud. Padres, no exijan perfección, sino formación constante, con paciencia y ejemplo propio.

  3. Como reyes, deben ser preparados para gobernar su vida bajo la Palabra-Ley de Dios, resistir el pecado y ejercer dominio propio. Reinar con Cristo comienza en las pequeñas cosas: obedecer, ser fieles en lo poco, aprender a decir “no” al pecado, y a amar la justicia.

La unción que han recibido en Cristo no es un símbolo vacío, es poder real para vivir en santidad. No los formen solo para “portarse bien”, sino para ejercer los oficios del Ungido en todas las áreas de la vida. Este llamado es espiritual, pero también cultural: confesar, sacrificar, y reinar como familia bajo Cristo transforma la casa, la escuela, la comunidad, y la nación.

Padres, sean los primeros en modelar estos oficios en su hogar. Que sus hijos vean en ustedes profetas que enseñan, sacerdotes que oran y sirven, y reyes que gobiernan el hogar en amor y justicia. Así, con la gracia de Dios, los hijos crecerán sabiendo que ser cristiano no es solo un nombre, sino una vocación gloriosa.

“El Espíritu del Señor está sobre mí… por cuanto me ha ungido” (Lucas 4:18) – también sobre ustedes, padres, para esta noble tarea.

Soli Deo Gloria.