El Credo de Atanasio

Prólogo al Credo de Atanasio

Aunque lleva el nombre de Atanasio,[1] los orígenes exactos de este Credo nos son desconocidos. El propósito del Credo es establecer y defender la doctrina católica y ortodoxa de la Iglesia del Señor respecto a la divinidad de Cristo y la Trinidad de Dios.

En su primera parte, el Credo expone la doctrina de la Trinidad, refutando así las herejías que surgieron desde los primeros siglos, tales como el sabelianismo, el triteísmo y el subordinacionismo. En su segunda parte, desarrolla la doctrina ortodoxa de la Persona de Cristo, rechazando errores como el nestorianismo, el eutiquianismo y el monofisismo.

Los artículos del Credo reflejan la influencia terminológica de La Trinidad de Agustín de Hipona (354–430), obra publicada en 415 d.C., cuyo lenguaje teológico era más preciso que el utilizado en los concilios anteriores al surgimiento del Credo de Atanasio.

Por tanto, es deber de todo cristiano consagrado meditar en el fundamento de nuestra fe cristiana, proclamando la hermosura de nuestro gran Dios y la comunión eterna que disfrutan las Personas de la Trinidad, a la cual somos hechos partícipes por gracia, en la Persona y obra de nuestro Señor Jesucristo.

Como bien diría Agustín;

“Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti.” (Conf. 1,1,1).

Y en las palabras de Herman Bavinck;

“Nuestras mentes permanecen insatisfechas hasta que todos nuestros pensamientos son devueltos a la Trinidad, y hasta que la confesión de la Trinidad de Dios funcione en el centro de nuestro pensamiento y vida.” [2]

Y en su comentario del Formulario de la Administración del Bautismo, Bastiaan Wielenga dice;

“Este es un distintivo Reformado […] de hecho es el curso normal de los pensamientos y de las oraciones de la persona Reformada, el ir a la Trinidad por medio de Cristo.” [3]

Por lo tanto, esta es la vida eterna; conocer al único Dios verdadero y a Jesucristo —mediador del pacto de gracia (Juan 17:3). Esta es la vida eterna propiamente dicha; conocer distintivamente a cada uno de los miembros de la Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo (2 Corintios 13:14).

[1] Atanasio (circa 296-373) quien fue considerado el campeón de la defensa de la ortodoxia trinitaria frente a la herejía arriana en el Concilio de Nicea, fue obispo de Alejandría (actual Egipto) durante 45 años de los cuales 17 los pasó en el exilio.
[2] Herman Bavinck, Reformed Dogmatics (Abridged in One Volume) página 244. 
[3] B. Wielenga, The Reformed Baptism Form, (Reformed Free Publishing Association) página 58.

El Credo de Atanacio

  1. Todo el que quiera salvarse, debe ante todo mantener la Fe Universal.
  2. El que no guardare ésta Fe íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente.
  3. Y la Fe Universal es ésta: Que adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad,
  4. Sin confundir las Personas, ni dividir la Sustancia.
  5. Porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo;
  6. Más la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad.
  7. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo.
  8. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
  9. Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo.
  10. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
  11. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno;
  12. Como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible.
  13. Asimismo, el Padre es Todopoderoso, el Hijo es Todopoderoso, el Espíritu Santo es Todopoderoso.
  14. Y sin embargo, no son tres todopoderosos, sino un solo Todopoderoso.
  15. Así mismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
  16. Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios.
  17. Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo.
  18. Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.
  19. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor,
  20. Así la religión Cristiana nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores.
  21. El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado.
  22. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.
  23. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.
  24. Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.
  25. Y en ésta Trinidad nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor;
  26. Sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales.
  27. De manera que en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad.
  28. Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad.
  29. Además, es necesario para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo.
  30. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre;
  31. Dios, de la Sustancia del Padre, engrendado antes de todos los siglos; y Hombre, de la Sustancia de su Madre, nacido en el mundo;
  32. Perfecto Dios y perfecto Hombre, subsistente de alma racional y de carne Humana;
  33. Igual al Padre, según su Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad.
  34. Quien, aunque sea Dios y Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo;
  35. Uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios;
  36. Uno totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona.
  37. Pues como el alma racional y la carne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo Cristo;
  38. El que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos.
  39. Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso,
  40. De donde ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
  41. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos
  42. Y darán cuenta de sus propias obras.
  43. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno.
  44. Esta es la Fe Universal, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse. AMEN